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Muere el padre de Mauricio Macri, Franco Macri

Venia con problemas de salud desde hace meses. Fundó un imperio con patas en la construcción, el negocio automotriz y la obra pública. Tuvo vínculos con todos los gobiernos desde los 70.

A lo largo de casi sesenta años creó y manejó más de cien empresas. Muchas fueron un éxito y otras un desastre. Alternó en terrenos tan distintos como la construcción, la fabricación y venta de automóviles, el correo, los residuos, el capital financiero, la obra pública o los electrodomésticos, y supo adaptar sus sueños y ambiciones, sus éxitos y fracasos, sus esperanzas y decepciones según los vientos que soplaran en un país en el que soplaron vendavales y en el que en seis décadas pasó por todo: Estado presente, Estado ausente, economía abierta, economía cerrada, dictablandas, dictaduras, democracias esperanzadas, autoritarias, violentas, corruptas o estúpidas.

Franco Macri, que murió en la noche de este sábado en su casa de Barrio Parque, no fue un heredero. Llegó a la Argentina con una mano atrás y otra adelante y se hizo solo, entre luces y sombras, como solo construyó su imperio económico y empresarial.

Franco estudió dos años de Ingeniería y abandonó los estudios por el trabajo. Fue su padre, Giorgio, quien en 1959 le prestó el capital para fundar Demaco, su primera empresa constructora especializada en la fabricación de casas baratas hasta que en aquel país que olía al petróleo que impulsaba el presidente Arturo Frondizi, Franco obtuvo la concesión de la primera gran obra pública de las muchas que se adjudicaría en los años por venir: la obra civil que acompañaba al tendido del gasoducto de AGIP, la empresa italiana ligada al ENI (Ente Nazionale de Idrocarburi).

La leyenda dice que Macri tuvo la visión de que esa era una obra de enorme importancia y la siguió metro a metro, pueblo a pueblo, con comidas al paso y en hoteles de colchones dudosos.

En los cinco años siguientes, Macri estuvo casado con la psicóloga Cristina Cressier, madre de Florencia, el quinto hijo de Franco. Luego el empresario se unió a Clara Bordeu, entre 1985 y 1989, a Evangelina Bompaola, entre 1989 y 1997, a Flavia Palmiero entre 1997 y 2000 y a Nuria Quintela. Los últimos años de su vida los pasó Macri en soledad: “Un hombre, sin una mujer al lado, no es nada. Hoy estoy solo y no me siento pleno”, dijo en febrero de 2009.

Macri se vinculó a la Fiat a través de una empresa subsidiaria, Impresit, encargada de construir obras civiles y de la que Franco fue en principio socio menor. En cinco años, Impresit pasó a ser Impresit-Sideco (Silos DEmaco Compañías). Quince años más tarde, Macri era el dueño del paquete accionario de Impresit-Sideco y del ochenta y cinco por ciento de las acciones de Fiat Sevel Argentina, que sería el alma de su emporio económico y empresarial.

En esa década de devaluaciones, inflación, inestabilidad y recuperación democrática, Macri fue el rey indiscutido de la industria automotriz. Con la convertibilidad fue protagonista del estallido de producción del sector y presidió la Asociación de Fábrica de Automotores de la Argentina (Adefa).

Sin admitir sus simpatías por el peronismo y mucho menos proclamarlas, Macri terminó decepcionado con los gobiernos de Menem y de los Kirchner. Menem le dio la concesión del Correo, que prestaba Encotesa, y que pasó a ser Correo Argentino en manos de Franco Macri. Kirchner rescindió ese contrato y el Correo volvió a manos del Estado, luego de la presentación del empresario a un concurso preventivo de acreedores en septiembre de 2001. Para entonces, Macri preveía nuevos malos vientos en la Argentina. En esos tiempos le preguntaron si estaba desinvirtiendo en el país y su respuesta fue que se avecinaban días muy difíciles. En su libro biográfico, Macri afirma sobre su mala experiencia con el Correo: “Tengo confianza en que la verdad y la razón finalmente se impongan. No estoy buscando que me devuelvan el Correo, sino que se cierre esta pesadilla con justicia”.

Generoso a la hora de hablar sin filtro, amigo de definiciones urticantes que contrastaban con su parquedad habitual, afirmó en su momento: “Los empresarios argentinos son una bolsa de gatos”, “La Argentina es un país anti industrial”, y, en febrero de 2009, “Mauricio no debe postularse para Presidente”. Por entonces, gobierno de Cristina Fernández y con Néstor Kirchner en el famoso “doble comando”, Franco Macri creía que “hay que apoyar a los gobiernos para que tengan éxito y el kirchnerismo no es la excepción”. Aquél le parecía “un proyecto sólido y bien encaminado. Hace un año, a dos de gobierno de su hijo, Franco Macri se refería al kirchnerato de manera diferente: “La gente se da cuenta de que hay que dejar atrás un pasado desastroso”.

Mantuvo con su hijo una relación de competición, áspera, sembrada de espinas, que le fue correspondida. Lo soñó como un heredero del imperio y su hijo tenía para sí mismo otros planes. Sin atisbos de introspección psicológica, Franco admitió alguna vez su dureza como padre: “El mío era calabrés, silencioso, duro. Yo en parte soy parecido, me cuesta manifestarme, abrirme”. Las diferencias con su hijo eran, también, políticas. “No tenemos una mala relación. El vínculo está intacto. Yo soy un hombre abierto que dice lo que piensa. Sólo nuestras posturas políticas son conflictivas. Solemos jugar al bridge y lo pasamos muy bien, salvo cuando él gana”.

Hace un año, pareció tender esos puentes nunca tardíos que los padres dirigen a los hios como botellas al mar. Fue después de una grave crisis de salud, cuando el candidato Macri estaba en plena campaña. Dijo entonces a “La Nación”: “Mi relación con Mauricio es óptima. Si alguna vez hubo competencia, aunque nunca fue de forma manifiesta,, eso quedó atrás. He aprendido mucho de él con los años. Sus silencios dicen más que sus palabras. Y con ellos aprendí a reflexionar.” Tenía planes para alcanzar los 95 años: jugos naturales, mucha agua, nada de alcohol; exhibía un presupuesto de gastos e ingresos hasta el 2025; se ufanaba de haber planificado siempre su futuro. Y arriesgó: “Sobre todo, quiero disfrutar del éxito de Mauricio durante sus presidencias”